Había una vez una joven de 25 años de edad llamada Fernanda, la cual tenía problemas de comportamiento desde que tenía 6 años de edad, esto era producido por la falta de acompañamiento y orientación por parte de su familia (padres); sin embargo a medida que iban transcurriendo los años esta joven parecía tener gran facilidad para establecer relaciones de amistad, lo cual se daba quizás por lo empatía que sentía por los demás al sentirse apreciada, querida o valorada, ya que a través de dichas personas con las que se relacionaba, sentía ese amor o atención que le hacía falta; por tanto para esta joven el hecho de compartir sus ideas o pensamientos con sus amistades hacia que en gran medida llenara la mayoría de los vacíos emocionales que tenía.

Cuando se presentaban determinados momentos de charla, en los cuales se podía establecer un dialogo determinado con ella, esta hablaba con propiedad, a causa de toda la experiencia que adquirió en el transcurso de dichos años que obtuvo sin la debida orientación o acompañamiento, además de que obtuviera unas bases aparentemente sólidas, las cuales le permitían desenvolverse de la mejor manera, en el momento y lugar que se encontrara.

Respecto a lo anteriormente mencionado se puede decir que Fernanda construyo su propia identidad en la medida en que se relacionaba con sus semejantes, lo cual no solo le facilito adaptarse a todo tipo de situaciones a las que se enfrentaba sino también a que fue un puente facilitador para que lograra una determinada autonomía, con la que a pesar de que en ocasiones la incertidumbre trataba de apoderarse de su vida, esta podía solucionar los problemas y valerse por sí misma, porque le permitía sentirse plenamente realizada debido a que hacia todo lo posible para darle cumplimiento oportuno a las labores que se le encomendaran.